La función poética del lenguaje.



Leer  no es solo reconocer las palabras que componen un texto o un poema. Leer es tratar de incorporar a nuestro mundo interior un mensaje que llega desde fuera. 


A veces, este mensaje es poco interesante para nosotros, y lo dejamos en un nivel superficial, no le permitimos entrar, y queda ahí. en una especie de limbo...  A veces, el mensaje sí nos interesa, y le permitimos traspasar nuestras fronteras, y formar parte de nuestro mundo, donde todo se condensa en palabras

Algunas  veces, muy pocas veces, el mensaje está escrito desde el fondo de alguien que busca el fondo de otro. Eso es la poesía. Quizá no toda la poesía. Pero creo que sólo ahí se produce ese trasvase que provoca la emoción. Esa es la función poética del lenguaje: crear un mensaje que tiene como fin último trasvasar la emoción. Se trata más de la emoción  que de la belleza, aunque ambos conceptos se fusionan. En algunos  manuales y libros de texto ("azogues, almas cortas...") dice que el lenguaje busca en esta función "la extrañeza"... (qué extraño y qué triste... no debería resultar tan extraño...).


Fotografía

Podemos buscar ejemplos de esta función del lenguaje que se basen en la belleza de los sentidos,  como el aire que "se serena y viste de hermosura y luz no usada" (fray Luis) , que es el aire de la almena, el ventalle de  los cedros (San Juan) , y es el viento verde (Lorca ) y el Dios azul (Juan Ramón Jiménez) de los jardines de sueño de los versos azules (Darío). Podemos construir ejemplos infinitos. Nos ocurre a veces que nos invade por sorpresa algún verso que brota de nuestra memoria, que se ha instalado en nuestro ser, y que nos transmite un mensaje personal que nos agrada recordar, que a veces nos parecía olvidado y surge de nuevo. Ahí están sin que seamos conscientes de ello.

Pero hay otra forma más intelectual, más "pura". Ambiciosa, pues pretende acceder al fondo sin recurrir a los sentidos. Busca la esencia, la reflexión sobre la palabra. Exige una lectura viva, una comunión emocional. Es la poesía del 27, la que salta sobre los sentidos como los ángeles sobre los números y recurre a la imagen visionaria (superación de la metáfora, recurso surrealista) para indagar en ese fondo precioso del mundo del poeta y del lector. Es una propuesta arriesgada que abre un camino sin vuelta atrás. Esa forma pura de la función poética del lenguaje está en poemas como los de Cernuda (Donde habite el olvido)  o  Pedro Salinas en un poema de amor como este:


Perdóname por ir así buscándote 
tan torpemente, dentro 
de ti. 
Perdóname el dolor, alguna vez. 
Es que quiero sacar
de ti tu mejor tú. 
Ese que no te viste y que yo veo, 
nadador por tu fondo, preciosísimo. 
Y cogerlo 
y tenerlo yo en alto como tiene 
el árbol la luz última 
que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú                                          
en su busca vendrías, a lo alto. 
Para llegar a él 
subida sobre ti, como te quiero, 
tocando ya tan sólo a tu pasado
con las puntas rosadas de tus pies, 
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo 
de ti a ti misma. 
Y que a mi amor entonces le conteste 
la nueva criatura que tú eras.
Pedro Salinas. La voz a ti debida.

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